La Redención del Vampiro (hematopeya)
Obra nº: 140
Espectáculos:

Bromato de Armonio
¡Chist!

Discos: (No)
Vídeos / DVD: Bromato de Armonio
¡Chist!

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Prueba de público durante El Reír de los Cantares.
Teatro Coliseo, Buenos Aires, Argentina, 27 de junio, 1998.

JM: Jorge Maronna - LP: Carlos López Puccio - CN: Carlos Núñez Cortés - DR: Daniel Rabinovich - MM: Marcos Mundstock.

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JM:
¡Qué grande es este salón!
LP:
Hay que tener mucho cuidado; recuerden que el conde es un vampiro.
CN:
Los aldeanos dicen que sólo vive para hacer el mal.
DR:
Dicen los aldeanos que lleva cientos de años viviendo aquí; incluso uno me dijo que lleva siglos.
MM:
Bienvenidos a mi castillo. En vuestra carta decíais que queríais visitarlo; me llamó la atención, no es frecuente que alguien quiera venir aquí. También decíais que sois músicos, ¿sois músicos?
DR:
Sí, somos "músicois".
MM:
¿De qué grupo?
CORO:
Les Luthiers.
MM:
No, de qué grupo sanguíneo, ¡ja, ja, ja! A ver..., sí, tú eres A, RH positivo... B negativo... ¡Oh joven, lo felicito por su generosidad: dador universal! Y éste... ¡oh, cosecha cuarenta y dos! Se ve que sois buenos músicos, se nota que lleváis la música en la sangre, ¡ja, ja!
CORO:
¡Ja, ja, ja!
MM:
Me alegro de que hayáis venido, cuando estoy solo me hago mala sangre, ¡ja, ja, ja!
TODOS:
¡Ja, ja, ja!
MM:
Eso es verdad, hace poco falleció mi esposa...
DR:
¡Ja, ja, ja!
MM:
Quiero qué sepáis que soy el último representante de una estirpe de grandes personalidades; tío Nosferatu, primo Drácula, mi sobrino John Donovan... tiene una fábrica de tres mil obreros... es un chupasangre.
LP:
No hay nada que hacer, es la misión más peligrosa que nos han encomendado.
MM:
Ya que os ofrecéis como músicos, hacedme oír alguna de vuestras interpretaciones. Ah, ya sé, me encantaría escuchar una melancólica melodía de esta tierra, Transilvania.
CN:
¿Transilvania?
MM:
¿Sabéis alguna, verdad?
CN:
Sí, sí... je, je.
CORO:
Desde que no estoy contigo,
vivo entregado al alcohol;
quiero que vuelvas conmigo
y que en mi casa entre el sol.
La desolación me ataca
y he perdido la razón
tu ausencia es como una estaca
clavada en mi corazón.
MM:
¡Es espantosa!
DR:
Ahora venía la estrofa del ajo.
MM:
¡Ah! ¡Au! ¡Au... xilio!
Decidme la verdad, ¿quiénes sois vosotros?
DR:
Venimos a redimirlo, a reintegrarlo a la sociedad. Somos de Vampiros Anónimos.
LP:
Basta ya de hacer el mal en este sórdido castillo, regrese con los seres humanos.
CN:
Deje este horrible castillo
sórdido, húmedo y frío
o tendrá reuma y artrosis:
las clásicas dolencias del vampiro.
JM:
Con esos colmillos largos
no puede mostrarse de día
CORO:
pero hoy se hacen milagros
con la odonto-vampi-cirugía.
MM:
Me operaré.
CORO:
Será fácil parecer
un honesto ciudadano
de ahora en más podrá ser,
igual que cualquier ser humano.
MM:
¿No echaré de menos el mal?
CORO:
Pero para hacer el mal
no hay por qué ser diferente;
usted puede ser criminal,
o ministro, o presidente.
 
Para el público de España esta obra encierra un matiz humorístico más difícil de captar; el personaje del vampiro, que se supone de origen europeo, habla un español antiguo, "de libro", que en América se reconoce de inmediato. Esto es notorio en el uso de los verbos en segunda persona del plural, dice "decíais" y no "decían", "queríais" y no "querían", etc. Estas terminaciones verbales, inusuales fuera de España, chocan de inmediato al espectador americano, pero en cambio pasan por completo desapercibidas en la antigua metrópoli. El culmen de la broma se produce cuando, tras preguntar el vampiro "¿sois musicos?" (y no "¿son músicos?"), Daniel, haciéndose eco de tantas terminaciones "ois", "eis", etc., responde "sí, somos musicois", algo que despierta inmediatamente hilaridad en América, y completa perplejidad en España. Es uno de los poquísimos juegos de palabras que no cruza bien el Atlántico.

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